Educación Escolar


Entre las múltiples opciones de carácter educativo que ofrece la música, las formaciones corales son de las más accesibles tanto para los niños y niñas como para los centros escolares. El canto no requiere habilidades técnicas (manuales) para su ejecución y todos solemos estar en cualquier momento, predispuestos para cantar. Por otra parte, la voz es el instrumento (que tenemos a la mano) más barato y por tanto más accesible para ponerlo en práctica. De esta forma, la música, contemplada como experiencia colectiva, tiene la facultad de fomentar en el ser humano el desarrollo de la comunicación y “crea una serie de lazos afectivos y de cooperación importantísimos para lograr la integración de grupo”.
El grado de adquisición de estos valores puede verse aumentado (o alcanzado) enmarcando las actividades dentro de contextos reales. La escuela parte en numerosas ocasiones de supuestos ficticios para tratar los contenidos de la enseñanza. Estos planteamientos exigen del alumnado de primaria un proceso de abstracción que todavía se encuentra en vías de desarrollo, conllevando el olvido a corto plazo al carecer de significación.
Se trata de una labor de contacto, colaboración y coordinación con grupos y entidades del entorno social cuya actividad esté relacionada con la música, como escuelas de música o danza, bandas municipales, conservatorios profesionales, con el fin de organizar y participar en eventos dirigidos al público en general (dicho de otro modo: traspasar los muros de la escuela).
Orientada esta labor hacia el colectivo de alumnos y alumnas inmigrantes podemos afrontar con éxito la convivencia entre culturas, fortaleciendo el sentimiento de solidaridad y creando lazos afectivos, mediante la búsqueda de una meta común fruto de la cooperación de todos los integrantes del grupo. De esta forma conseguimos paliar los efectos adversos más comunes que producen este tipo de situaciones, como la pérdida de la autoestima, y favorecer su integración tanto en el ámbito escolar como en el social.
El contacto con el exterior mediante estas actuaciones, ofrece a los integrantes de la agrupación coral la posibilidad de conocer más a fondo su nueva ciudad y de compartir experiencias con niños y niñas de otros colectivos, a la vez que brinda a las familias ocasiones de participación, todo esto, pretensiones recogidas en cualquier plan de acogida diseñado para la integración del alumnado inmigrante.
El planteamiento propicia el trabajo en equipo y fortalece rasgos de compañerismo y de amistad en el grupo, a la vez que ayuda a descubrir actividades constructivas para dedicar el tiempo de ocio, actitudes y hábitos muy importantes de adquirir para hacer frente a los problemas con los que cuenta la sociedad actual.
La dinámica de trabajo de la formación coral (ensayos, actuaciones) crea situaciones de comunicación para poner al alumnado extranjero en contacto con su nuevo idioma de una manera funcional, ayudándole a desarrollar su capacidad lingüística. Ya en el siglo XIII, el Padre Soler hacía uso didáctico del villancico al aplicarlo para la enseñanza del canto, del latín y de la gramática.
A través del repertorio, el alumnado inmigrante que forma el conjunto coral explora e interioriza elementos folclóricos del nuevo lugar de acogida, elementos de identidad útiles para contrarrestar el sentimiento de desarraigo tan común en este tipo de situaciones. La diversidad cultural y lingüística son otros elementos que se ven reflejados en los diferentes estilos musicales de las canciones, y que ofrecen oportunidades para adquirir protagonismo a cada uno de los partícipes por medio de su idiosincrasia particular.
“Música e integración" es un proyecto didáctico de estas características desarrollado en el colegio público Habaneras de Torrevieja, ciudad de la provincia de Alicante con el mayor porcentaje de alumnado extranjero (por detrás de la capital),centro donde comparten aula niños y niñas procedentes de más de treinta y siete nacionalidades distintas constituyendo un espacio de diversidad fuera de lo común. Otras veces es el cine el que nos hace reflexionar para redescubrir el amplio margen educativo de la educación musical, como es el caso de Los chicos del coro, donde Jacques Perrin nos presenta a un grupo de chicos marginados de la sociedad por distintas razones, que encuentran en la música una vía de escape y una forma de recuperar la ilusión, tan característica de las edades de la infancia.
Sin embargo, existe la idea generalizada, tanto entre profesionales como entre profanos en materia educativa, que asocia los aprendizajes instrumentales con un reducido número de áreas determinadas, excluyendo o restando su importancia a otras que comparten el contenido del currículum oficial, y llevándolas a ocupar un espacio ornamental en los horarios de la enseñanza primaria.
Todo esto se convierte en una exigencia para el profesional de la enseñanza musical, que debe argumentar y justificar su labor con el fin de demostrar (a veces a uno mismo) cómo “la música y la educación potencian mutuamente su positivo accionar para el desarrollo humano”.
Compartir y conocer no solo las experiencias de trabajo, sino también las inquietudes y expectativas de los profesionales, supone un ejercicio para dar continuidad a los postulados que la historia nos ofrece: “… considerar la música como uno de los primeros elementos de la educación… (Confucio)”

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